viernes, 2 de enero de 2015

La pieza del mes. Enero de 2015


«Bodegón» (1895)
Felipe Checa Delicado (Badajoz, 1844-1906)
Óleo sobre lienzo


Cáceres ostentará durante todo el año 2015 el título de Capital Española de la Gastronomía. El Museo de Cáceres quiere unirse a esta distinción mostrando a lo largo del año doce Piezas del Mes relacionadas con la gastronomía o la alimentación; iniciamos el ciclo con esta obra de Felipe Checa Delicado, considerado uno de los pintores que mejor representa la pintura de bodegón en Extremadura.
 
Felipe Checa comenzó a estudiar en 1864 en la escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, siendo discípulo del aragonés Pablo Gonzalvo. Como era práctica habitual, completó su formación con copias de los grandes maestros en el Museo del Prado y a partir de 1867 obtuvo una pensión de la Diputación Provincial de Badajoz para continuar sus estudios en Madrid. Su formación fue puramente académica, basada en el dibujo riguroso, la técnica preciosista, el buen oficio, los colores brillantes y la preocupación por las calidades. Participó en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, y junto a la actividad principal dedicada a la práctica de la pintura, destacan también su labor docente como profesor en la Escuela de Dibujo y Pintura de Badajoz, y su faceta literaria a través de artículos periodísticos.
 
Felipe Checa fue un pintor clásico. Su pintura viene definida por el realismo y el detallismo que refuerza las calidades de los objetos, el colorismo vigoroso, el dominio de la luz, las pinceladas acertadas, las composiciones muy maduradas y una factura impecable. Dentro de la producción pictórica de Felipe Checa destacan sus cuadros de género, la pintura de flores y el bodegón, siendo este último el tema predilecto del artista, en el que se muestra con toda brillantez, dominio y maestría.
 
Sus bodegones presentan un lenguaje realista. Los objetos se disponen muy cerca del espectador, normalmente sobre una mesa de cocina, con un punto de vista ligeramente elevado y sobre un fondo neutro. Las frutas y los cacharros de barro y metal son los más representados, destacando la calidad de su acabado. En menor grado representó piezas de caza y pesca, como la cabeza de pescado de este bodegón; en sus naturalezas muertas no hay preocupación por la simetría ni desorden en la composición, sino una disposición de los objetos minuciosamente calculada que da como resultado una elegante ordenación compositiva. El dibujo cuidado, el color natural de los objetos, el juego de los volúmenes y las calidades de los elementos que integran el cuadro dotan al bodegón de Checa de un intenso naturalismo, al que contribuye eficazmente la luz, siempre lateral y con mayor frecuencia desde la izquierda.
 
Checa representa los objetos por el valor que tienen en sí mismos, sin otra atribución y sin el simbolismo al que recurren otros autores, de modo que sus bodegones no es preciso interpretarlos, sino disfrutarlos con su contemplación. Esta obra fue depositada por el Museo del Prado en el Museo de Cáceres en 1949, junto con otro bodegón del mismo autor, para formar parte de la Sección de Bellas Artes.