viernes, 28 de agosto de 2009

La pieza del mes. Septiembre de 2009



Mantilla o falda de lana
Montehermoso
Primera mitad del siglo XX


La indumentaria tradicional de la provincia de Cáceres, tiene sus raíces en la forma de vestir cotidiana de las clases populares en los siglos XVIII y XIX. Desde principios del siglo XIX este tipo de vestimenta ha venido experimentando transformaciones, unas consistentes en añadidos de nuevos elementos de lujo y adorno, otras tendentes a homogeneizar los distintos tipos de cada población con el fin de crear el traje típico de cada localidad. Estas prendas continúan su evolución y se estandarizan dando como resultado lo que hoy conocemos como indumentaria extremeña, que se vio también afectada por factores económicos y sociales de la primera mitad del siglo pasado; la carencia económica de gran parte de la población y el interés despertado hacia lo nuevo, favorecieron la reconversión de la indumentaria tradicional en objetos útiles en la incipiente sociedad industrial, dando lugar al desprendimiento de prendas “viejas” por considerarlas de escaso valor y el trueque por objetos de plástico o duralex. Hoy en día los modelos que han sido fijados como indumentaria tradicional de las distintas localidades se continúan vistiendo en romerías, ferias, fiestas patronales, etc. siendo el más conocido de la provincia de Cáceres el traje de mujer de Montehermoso.

Componen este traje la gorra hecha de paja de centeno y adornada con lana de colores y, a veces, un espejito cuando la mujer es joven y con adornos oscuros para las más mayores, prenda propia del traje de diario o trabajo; el pañuelo de cabeza que se usa debajo de la gorra; la esclavina de color negro completamente ribeteada con cordón verde y adornada con cinta de seda roja creando ondulaciones; el jubón negro de satén o raso con puños vueltos bordados y adornados con lentejuelas y abalorios; la mantilla (falda) con pliegues plisados desde la cintura, frecuentemente de color granate (madre de vino) aunque también rojo, amarillo o verde y más corta que las de otras localidades; el mandil negro de lana y listado cerca del bajo en azul y rojo; la faltriquera o limosnera de lana de colores atada a la cintura; las cintas sígueme pollo, bordadas y decoradas con lentejuelas que se suelen colocar prendidas en la cintura cayendo sobre la mantilla; las medias que en Montehermoso siempre son de color azulón; y zapatos de piel negra decorados con vistosos colores.

Esta prenda en concreto, es una mantilla roja que en su parte superior cuenta con frunces, pequeños pliegues a la altura de la cintura que van abriéndose hacia la cadera, recogidos por punto de espiga y punto ruso en azul. Se observan también las típicas “lorzas” (alforzas) del traje de Montehermoso, pliegues horizontales que se sitúan justo por encima de la franja inferior, la llamada cuarta del Obispo, que está decorada con guirnalda floral bordada, algo excepcional en estas prendas. El forro interior, de unos quince centímetros, es de color amarillo. Perteneció a un traje de diario o medio traje, que solía llevarse con pañuelo de Manila o estampado, de la familia Pérez Enciso de Plasencia.

El número de mantillas que componen el traje típico de montehermoseña puede variar según la ocasión. Los trajes de diario solían contar con dos o tres faldas de diferentes colores para ganar vistosidad en el traje, mientras que un traje de novia podía llevar siete mantillas, por lo que la novia debía ser ayudada por una amiga para sostenerse, tal es así, que si no se mareaba durante la ceremonia era considerada toda una heroína.


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