jueves, 31 de mayo de 2012

La pieza del mes. Junio de 2012


Pañuelo de sandía
Tejido de algodón estampado
Primer tercio del siglo XX


En la indumentaria femenina extremeña más usual a lo largo del siglo XIX y primer tercio del XX, entre las prendas exteriores más frecuentes en todas las épocas del año, y de las más variadas en tejido y diseño, destacan los mantones y pañuelos. Éstos solían llevarse doblados por la mitad “en pico” sobre los hombros, cruzándose las puntas por la parte delantera del talle a la altura de la cintura, a modo de dengue o esclavina, cubriendo el jubón o corpiño.

Aunque no hay unanimidad en la denominación, en general se consideran mantones los de Manila y los orientales de cachemir de tejido mecanizado, como los de palma, los de ocho puntas, los alfombraos, los de cintas o los pintados, al igual que los bordados en paño, como son los de manta y los de plumaje. Los pañuelos solían ser de paño de lana llamado merino, destacando una gran variedad de diseños como el de cien colores, tres cenefas y flores naturales, así como los bordados de ramo, de gajo y un buen número de pañoletas de distintos tejidos, y por supuesto el pañuelo de percal o percalina que se conoce como pañuelo de sandía o tomatero.

La mayoría de los pañuelos de talle o de busto responden a diseños que no son autóctonos de Extremadura, sino muy conocidos en otras regiones de España o del extranjero, aunque sí son propios de nuestra provincia el de plumaje, de Malpartida de Cáceres, el de manta, de Arroyo de la Luz, o el de gajo, de Torrejoncillo, que ya expusimos como Pieza del mes en Marzo de 2010.

El pañuelo tomatero o de sandía es una prenda ligera, vistosa y barata ligada al traje de faena o labranza; estampado sobre percal (tejido de algodón), a veces se colocaba bajo el mantón de Manila u otro pañuelo de gala para darle mayor vistosidad. Los motivos decorativos que más se utilizan son los floreados o geométricos en rojo sobre fondo blanco, aunque también son frecuentes a la inversa, tomando sus dos denominaciones principales de ese predominio del color encarnado; así mismo se pueden encontrar con una decoración en negro o azul sobre fondo blanco y en dorado sobre fondo rojo.
Aunque se les ha denominado de tipo francés, parece que en su origen eran importados de Suiza, y después pasaron a ser fabricados en Barcelona; se trata de un modelo que vemos representado ya en un grabado de 1847 que describe una boda en Carrascalejo.
Dado su tamaño relativamente pequeño si se le compara con otros pañuelos, en algunas localidades se le añadía una pieza o una tranzadera a las puntas para facilitar su atado.

Como prenda corriente en las tareas del día a día y de uso extendido en toda la región, aunque especialmente en La Serena, raramente se ve asociado al traje popular de gala de alguna localidad de la región debido precisamente a su carácter cotidiano; lo vemos sin embargo en numerosas representaciones de la pintura costumbrista del primer tercio del siglo XX, particularmente en las obras de Eugenio Hermoso, Juan Caldera o Eulogio Blasco.

El pañuelo que exponemos forma parte de la colección reunida por el comerciante placentino D. Pedro Pérez Enciso, sin que se conserven más indicaciones sobre su procedencia.

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