viernes, 29 de enero de 2010

La Pieza del mes. Febrero de 2010


Diapositiva 1
Diapositiva 1
Mosaico romano de El Olivar del Centeno (Millanes de la Mata)
Siglo III d. C.

Los mosaicos son sin duda el objeto arqueológico más característico del mundo romano. Originarios del Proximo Oriente, los griegos perfeccionaron su técnica durante el periodo Helenístico y fueron los romanos quienes lo difundieron por todo el imperio. La palabra mosaico proviene de la palabra griega musa, ya que se consideraba un arte tan bello sólo podía estar inspirado por las musas.
En su elaboración se utilizaban pequeñas piezas de forma cúbica denominadas teselas, las cuales se obtenían a partir de mármol u otras rocas calcáreas que se recortaban en láminas y tiras hasta obtener la forma y grosor adecuado. Igualmente las teselas podían elaborarse a partir de terracota, vidrio coloreado o metales nobles como el oro y la plata.
La pieza del mes es un mosaico procedente de la excavación de la Villa de El Olivar del Centeno, que presenta una decoración geométrica, en cuyo centro aparece el emblema con tres casetones que encierran tres bustos femeninos. El mosaico estaba colocado originariamente como pavimento de una habitación de la villa a la que se accedía por una puerta desde la parte derecha de la misma, lo que permitía que nada más entrar se vieran los tres retratos presidiendo la estancia.

La decoración se organiza desde el exterior al interior mediante una cenefa de cable simple con teselas de varios colores, blancas, amarillas, azules y rosas. Le sigue una banda en la que se alternan esvásticas simples de teselas blancas y grises, con recuadros que representan nudos salomónicos y nudos guiloches, para terminar en otra cenefa de cable simple con teselas de varios colores, que sirve de delimitación al motivo central o emblema.

En el centro del mosaico aparecen tres casetones. El del centro y derecha son similares: dos rombos, con cenefa de cable simple de varios colores que representan sendas cabezas femeninas con el cabello recogido en un moño alto y con tirabuzones detrás de la nuca, que llevan pendientes blancos. Para dibujar el rostro se emplean teselas de diversos colores, tamaños y tonalidades que conforman claramente hasta el mínimo detalle de los rostros de ambas mujeres: las mejillas, barbilla, nariz y ojos se dibujan con teselas rosas y grises; las cejas, pestañas e iris de los ojos con vidrio negro. En el casetón de la derecha se conserva el vestido amarillo y ámbar que se sujeta en el hombro con fíbulas circulares, y un medallón sobre el pecho.

El casetón de la izquierda es octogonal, formado por la combinación de dos cuadrados de cable simple y meandro, ambos policromados. En él se representa un busto de mujer enmarcado por una corona de laurel. Se ha perdido la parte superior del rostro pero aún se aprecian los rasgos de la boca, el cabello recogido, los pendientes y una diadema. La mujer viste túnica y manto, sujetos por dos fíbulas redondas sobre los hombros.
El mosaico ha sido objeto de una reciente restauración y puesta en valor, y puede visitarse, desde el pasado 1 de Diciembre, en la Sala 5 del Museo.

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