Pañuelo de gajo
Lana, seda, raso y lentejuelas bordadas
Torrejoncillo. 2009
Los mantones y pañuelos de talle o busto figuran entre las prendas más características de la indumentaria tradicional extremeña; con toda su variedad de materiales, técnicas y colorido, abrigaban el busto femenino doblados “en pico”, sobre el jubón o camisa y plisados o enrollados.
En general, se consideran mantones los típicos llamados de Manila y los demás de origen oriental, como los de Cachemir, de Palma, alfombraos, de Pavo, etc. Igualmente, son mantones las prendas bordadas en paño, como los de Manta o los de Plumaje. Los pañuelos, por su parte, son todos los de tejido merino, destacando de entre ellos los de Cien Colores, Tres cenefas, Flores naturales, de Ramo, y los de percal o percalina, como el de Sandía. La mayoría de estas prendas pueden encontrarse asociadas a la indumentaria de gran parte de España e incluso de otros países de nuestro entorno; sin embargo algunas de ellas sí pueden considerarse específicamente de la zona suroeste de España, como sucede con el pañuelo de Ramo negro y los bordados sobre merino, o propiamente extremeñas, entre las que hay que citar el pañuelo de Plumaje de Malpartida de Cáceres, el de Manta de Arroyo de la Luz y el de Gajo de Torrejoncillo.
El pañuelo de Gajo, que algunos autores prefieren clasificar como mantón, es una prenda bordada sobre tejido de lana de merino, primitivamente de color azulón aturquesado, morado o guinda (una tonalidad entre burdeos y marrón oscuro), y posteriormente también en negro, sobre el que las artesanas de Torrejoncillo aplican bordados dibujando ramos de uvas que alternan con lentejuelas, cordón de seda, raso, terciopelo y abalorios multicolores figurando hojas de parra y mariposas.
Según destaca María Fernanda Sánchez Franco, el color más popular en la actualidad es el azulón, como la pieza que exponemos, si bien ha vuelto a trabajarse el morado después de haber desaparecido durante varias décadas. Al mismo tiempo, al ser cada vez más difícil encontrar en el comercio el tejido de lana llamado merino, progresivamente ha ido siendo sustituido por otro más ligero llamado Viyela.
La denominación del pañuelo de Gajo le viene dada por la decoración que exhibe: según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el gajo es un “racimo apiñado de cualquier fruta” o “cada uno de los grupos de uvas en que se divide el racimo”, y efectivamente el motivo principal de los bordados son los racimos de uvas, hojas de parra, zarcillos y mariposas, que le dan un aspecto lujoso y festivo y convierten la prenda en un elemento de prestigio para la propietaria.
Es bien conocida la importancia que Torrejoncillo tuvo en la fabricación de paños, y hay que señalar que, junto a la artesanía del pañuelo de Gajo se conservan en esa localidad otras actividades vivas como la alfarería, la orfebrería o la fabricación de calzado. La pieza que exponemos ha sido realizada por una de estas artesanas torrejoncillanas, Dña. Sagrario Alviz Serrano, y donada al Museo de Cáceres por el Excmo. Ayuntamiento de Torrejoncillo.
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