Portapaz con la Virgen Madre
Bronce y esmaltes
Siglo XVI
El portapaz es un objeto religioso cuyo uso estaba destinado a los fieles que se lo pasaban entre ellos para besarlo en el momento de la misa en que se daban la paz. Son piezas pequeñas que no suelen medir, en los casos mayores, más de 12 ó 15 cm. de alto y algo menos de ancho.
Los más antiguos portapaces que se conservan en los tesoros de las iglesias datan del siglo XV y presentan, naturalmente, las maneras góticas; sin embargo, la época que más ejemplares nos ha legado corresponde a los siglos XVI y XVII, periodo en el que el portapaz se desarrolla plenamente y durante el que su tipología va cambiando según los modelos arquitectónicos de cada momento.
Tipológicamente parece ser que los portapaces derivaron, en sus comienzos, de los relicarios en forma de edículos, pues este aspecto presentan los primeros ejemplares de época gótica, formados por una pequeña hornacina o placa en la que se sitúan las figuras de bulto, enmarcadas por pilastras y cubiertas con doselete. Tanto relicarios como portapaces dependían claramente de las formas arquitectónicas.
La existencia del portapaz durará hasta finales del siglo XVIII o comienzos del XIX, pues los postreros ejemplares conocidos corresponden al último rococó, o más raramente al primer neoclásico, pero no parecen encontrarse portapaces posteriores a mediados del siglo XIX, quizá por la caída en desuso de darse la paz públicamente durante la misa.
El portapaz del Museo de Cáceres es de bronce esmaltado y presenta a la Virgen Madre con el Niño; la Madre de Jesús viste túnica azul con remate en granate. Está representada de medio cuerpo y sujeta con la mano izquierda al niño desnudo. Ambas figuras, en relieve, aparecen nimbadas y sobre una luna creciente. Se encuadran en un templete arquitectónico, de estilo renacentista, coronado por tres frontones curvos, el central de mayor tamaño y con un crucifijo, que apoyan sobre dos columnas con el fuste esmaltado en azul.
En la parte trasera presenta un asa, por donde se cogía para pasarlo de un fiel a otro. En el Museo Lázaro Galdiano de Madrid se conserva un ejemplar prácticamente idéntico a éste, que viene siendo fechado en el siglo XVI y atribuido a escuela española, lo que nos ayuda a datar el portapaz que exponemos en la citada centuria.
Esta pieza apareció casualmente en una escombrera cercana a la ermita de la Estrella, en Salvatierra de Santiago en los años 90 del siglo pasado, siendo donada al Museo de Cáceres por Don Marcelino Moreno Morales en 2010.
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