martes, 22 de diciembre de 2009

La Pieza del mes. Enero de 2010


Coronación de la Virgen

Anónimo de la Escuela Española del siglo XVI

Óleo sobre tabla. 83 x 48 cm.

El tema de la Coronación de la Virgen cierra el ciclo de la Muerte y Glorificación de María. Inmediatamente después de su muerte o dormición, María sube a los cielos y allí es coronada por Cristo, Dios Padre o la Trinidad. Significa la culminación de su entrada triunfal en el cielo y proclama la realeza de la Virgen. En general, en la iconografía de la Edad Media y principio del Renacimiento, la Virgen es coronada por Cristo. En el siglo XVI se comienza a añadir la representación de la reunión de los apóstoles en torno al sepulcro vacío en la mitad terrenal, mientras la Coronación preside la zona dedicada al mundo celestial. Y otra posibilidad es la representación de la Virgen coronada por la Trinidad, con el Padre situado a la derecha del espectador, el Hijo a la derecha del Padre y el Espíritu Santo en una posición central, figurado simbólicamente como una paloma.

En esta ocasión, la Virgen es coronada por Dios Padre, que cede la corona a una pareja de ángeles para que la coloquen sobre la cabeza de María. La Virgen, vestida con túnica blanca y manto azul, aparece rodeada de ángeles que la acompañan en su subida a los cielos. Toda la escena se representa en medio de un conjunto de nubes, que se intensifican en la parte superior diferenciando así el mundo celestial. Mientras, en la parte inferior de la pintura, aparece un paisaje montañoso salpicado con algunos árboles y un castillo recortado en la línea de horizonte.

En el marco, que parece ser también de la época, se puede leer el texto del canto para la fiesta de la Asunción de María: “As(s)umpta est Maria in caelum, gaudent angeli, collaudantes benedicunt Dominum misericordiam”: María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran, llenos de gozo, alaban la Misericordia del Señor.

Ramos Rubio atribuye esta obra al pintor Juan Fernández Rodríguez, documentado hacia el año 1538. Son escasas las referencias biográficas que se conocen de este artista; según datos de Sanz Artibucilla, son obra suya el retablo de San Lorenzo (1537) de la catedral de Tarazona y los retablos de Santa Lucía y de la Magdalena de Ambel, localidades ambas de Zaragoza.

Este tipo de representaciones era muy habitual en Cuenca en pintores como Martín Gómez “el Viejo”, su hijo Gonzalo Gómez y su círculo, extendiéndose la influencia por la región hasta finales del siglo XVI. En esta Coronación de la Virgen, las carnaciones oscuras de María y la expresión seca y dramática, recuerdan la Asunción del Museo Diocesano de Cuenca, atribuida a Gonzalo Gómez; sin embargo, la monumentalidad y el aislamiento de María recuerdan el tono de la Virgen tota pulchra de la Tabla de la Inmaculada, pintada en 1530 por Juan Fernández Rodríguez, y conservada en la iglesia de la Magdalena de Tarazona. Esta tabla está pintada por ambas caras, en la exterior se representa la Inmaculada Concepción de María, acompañada de los emblemas de la letanía mariana, y la cara interior está ocupada por un Juicio Final de inspiración nórdica, presidido por una magnífica imagen de San Miguel pesando las almas.

La obra fue adquirida por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura y depositada en el Museo de Cáceres en febrero de 2009, para formar parte de los fondos de la Sección de Bellas Artes.

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