Hanukiyá
Siglos XIII-XV
Convento de San Vicente Ferrer. Plasencia
Hanuká o la Fiesta de las Luces, es una celebración judía que tiene lugar a finales del mes judío de Kislev, mes de diciembre, y se celebra durante ocho días. En ella se conmemora el levantamiento de los Macabeos, la derrota de los griegos y la posterior independencia de los judíos en el siglo II a. C., tal y como se relata en el Libro de los Macabeos en el Antiguo Testamento.
El uso de la luz en esta festividad proviene de que la tradición cuenta que para purificar el templo, que los griegos habían convertido al culto a Zeus intentando así que los judíos asimilasen las costumbres griegas, había que encender el candelabro de templo, la menorah, pero apenas había aceite suficiente para encenderlo un solo día, a pesar de ello el aceite milagrosamente fue suficiente y la luz permaneció encendida durante los ocho días que duró la rebelión, y hasta que finalmente ésta triunfó. La hanukiyá es el elemento principal que se utiliza durante la celebración de hanuká.
Es un candelabro realizado en barro cocido vidriado, de base rectangular plana a la que se unían nueve candiles con pie y cazoleta, uno de estos candiles era el de mayor tamaño, denominado samás y es el que servía para encender el resto de los candiles durante los ocho días que duraba la celebración.
La hanukiyá que aquí presentamos fue encontrada durante las excavaciones arqueológicas realizadas en el Parador de Turismo de Plasencia, en el Convento dedicado al fraile dominico San Vicente Ferrer conocido por sus sermones antijudíos, construido sobre los terrenos que ocupaba la antigua judería y sinagoga placentina.
La reconquista de la ciudad en 1186 por Alfonso VIII será el punto de partida de la llegada de los judíos a la ciudad y su posterior expansión por la diócesis. Su total integración en las comunidades que los acogían, así sus casas, o ajuares domésticos eran los mismos que sus vecinos cristianos, hacen difícil rastrear su pasado más allá de los archivos o la tradición popular. Es en el mundo litúrgico, en los edificios religiosos o en los cementerios donde se encuentran los restos arqueológicos que diferencian a esta comunidad.
El uso de la luz en esta festividad proviene de que la tradición cuenta que para purificar el templo, que los griegos habían convertido al culto a Zeus intentando así que los judíos asimilasen las costumbres griegas, había que encender el candelabro de templo, la menorah, pero apenas había aceite suficiente para encenderlo un solo día, a pesar de ello el aceite milagrosamente fue suficiente y la luz permaneció encendida durante los ocho días que duró la rebelión, y hasta que finalmente ésta triunfó. La hanukiyá es el elemento principal que se utiliza durante la celebración de hanuká.
Es un candelabro realizado en barro cocido vidriado, de base rectangular plana a la que se unían nueve candiles con pie y cazoleta, uno de estos candiles era el de mayor tamaño, denominado samás y es el que servía para encender el resto de los candiles durante los ocho días que duraba la celebración.
La hanukiyá que aquí presentamos fue encontrada durante las excavaciones arqueológicas realizadas en el Parador de Turismo de Plasencia, en el Convento dedicado al fraile dominico San Vicente Ferrer conocido por sus sermones antijudíos, construido sobre los terrenos que ocupaba la antigua judería y sinagoga placentina.
La reconquista de la ciudad en 1186 por Alfonso VIII será el punto de partida de la llegada de los judíos a la ciudad y su posterior expansión por la diócesis. Su total integración en las comunidades que los acogían, así sus casas, o ajuares domésticos eran los mismos que sus vecinos cristianos, hacen difícil rastrear su pasado más allá de los archivos o la tradición popular. Es en el mundo litúrgico, en los edificios religiosos o en los cementerios donde se encuentran los restos arqueológicos que diferencian a esta comunidad.
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