lunes, 28 de febrero de 2011

La Pieza del mes. Marzo de 2011

Sombrero «chambergo»

Fieltro. Primer tercio del siglo XX

Plasencia

En la indumentaria tradicional masculina, el sombrero ha sido pieza esencial hasta la desaparición de su uso con los cambios sociales de la posguerra a mediados del siglo XX. En Extremadura, los tipos más usuales son los de paja, utilizados sobre todo para el trabajo, aunque también para el uso diario en verano y fiestas campestres, y los de fieltro de color negro, considerados de mayor elegancia aunque usados con carácter bastante general.

En la provincia de Cáceres el sombrero de fieltro adquirió en el siglo XIX una cierta variedad de formas, sobre todo a partir del declive del popular sombrero calañés de ala ancha. Entre estas formas terminó predominando el llamado de queso, así llamado por su revestimiento de terciopelo en forma de cincho quesero, pero encontramos otros tipos también bastante utilizados, como el llamado chambergo, con copa blanda en forma de cono romo y redondeado.

Este sombrero debe su nombre al Duque de Schomberg (1615-1690), mariscal al servicio de Francia que invadió Cataluña en 1675. Entonces, los soldados españoles quedaron impresionados por el llamativo uniforme de los franceses, con enormes sombreros emplumados y casacas de amplísimas mangas que crearon moda en nuestro país, españolizando el nombre del duque y designando a las casacas chambergas y a los sombreros chambergos. El sombrero chambergo era, pues, de ala ancha que se doblaba y sujetaba en un lateral de la copa, la cual se adornaba con una vistosa pluma.

Con el tiempo, el sombrero fue cambiando hasta permanecer el calificativo chambergo para designar cualquier sombrero de ala y copa blandas; entre 1716 y 1765 hubo varias órdenes y bandos prohibiendo su uso como complemento de la capa larga para evitar el embozado y ocultación del rostro, lo que derivó en el famoso Motín de Esquilache. Hoy día, todavía existe un tipo de gorro militar llamado chambergo.

El sombrero que se expone es de fieltro negro y tiene una copa ligeramente alta y blanda, a la que se puede dar forma con el canto de la mano, rodeada por un cintillo de percal negro cogido con tres botones de pasta negra y acompañado por un cordoncillo trenzado también de color negro. El ala es de mediana anchura y también blanda, ribeteada con una cinta de percal negro en el reborde. Al interior, tiene una cinta también de percal negro para sujetar el sombrero al cuello, y en la base de la copa una fajilla de cuero para darle forma, el forro es de tejido de raso verde donde figura una leyenda de la casa que lo vendía: «Crescencio Cantalapiedra. Plasencia», y la categoría «Extra fino». Se trata de un sombrero probablemente fechado en el primer tercio del siglo XX, semejante al que puede verse en varias fotografías de esa época o al que llevaban los campesinos de Montehermoso representados en una conocida pintura de Juan Caldera fechada en 1926.




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