Cesta para cerezas
Tiras de madera de castaño trenzadas. 2009
Hervás
La cestería de mimbre ha tenido gran importancia en diversas localidades de la provincia de Cáceres, especialmente en la comarca de La Vera, pero la fabricación de cestos y otros enseres con fibra vegetal procedente del castaño ha estado mucho más limitada al Valle del Ambroz, donde se ha venido aprovechando una materia prima abundante en la comarca para desarrollar una industria artesanal que conoció su apogeo en el siglo XX.
El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España recopilado por Pascual Madoz no recoge, a mediados del siglo XIX, ninguna referencia a esta artesanía en los pueblos extremeños de la zona, aunque sí en la cercana Montemayor (Salamanca); sin embargo consta que se trabajaba la fibra vegetal al menos desde 1752, en que el Catastro del Marqués de la Ensenada refiere la existencia de cuatro banasteros en Hervás.
La Guía de la Artesanía de Extremadura, publicada en 1980 por el profesor Honorio Velasco, recogía veintiún talleres de cestería abiertos en Baños de Montemayor y Hervás, pero auguraba su posible desaparición a medio plazo. Lamentablemente, en la actualidad no queda ni media docena de aquellos artesanos en activo, si se suman los de estas dos localidades más Aldeanueva del Camino. Entre los pocos artífices que siguen trabajando se encuentra Longinos Hernández Prol, quien continúa con la tradición sin renunciar a la renovación de su oficio, produciendo no sólo las piezas que eran de uso común en el pasado, sino también objetos de mobiliario acorde con los gustos y salidas comerciales actuales.
El proceso de fabricación comienza con la elaboración de las tiras vegetales a partir de la madera del castaño, a base del trabajo con la azuela y las cuchillas; con estas tiras ya cortadas y pulidas, de una anchura aproximada de 5 cm., se trenza un cuadrado que sirve de fondo de la pieza, y a partir de ahí se van levantando las paredes del cesto, tejiéndolo con otras tiras cruzadas de menor anchura, en torno a los 3 cm., hasta alcanzar la altura deseada. El remate del repulgo o borde solía hacerse con una correa que festoneaba todo el borde en espiral; en la actualidad se hace con rama fina de castaño claveteada y cosida al cesto con tiras de la misma fibra, y el asa es también de madera embutida en el trenzado del cesto por la parte interna y asegurada con clavos.
Si las formas más tradicionales eran los cestos para la ropa o el pan, en la actualidad se busca más un uso decorativo, sin perder la funcionalidad en tareas todavía vivas como la recogida de la cereza, base de la economía en el Valle del Jerte y también importante en el Ambroz. La cesta que se expone fue donada al Museo por la Asociación “Adaegina” Amigos del Museo de Cáceres en Marzo de 2009.