Siglos XVIII-XIX
Hierro
La utilización de sistemas de pesas y medidas es muy antigua en diferentes culturas de todo el mundo, así como la necesidad de disponer de una norma aceptada y utilizada por compradores y vendedores en ámbitos geográficos cada vez más amplios. En Europa, estos sistemas tradicionales se basan en el romano, cuya medida básica de longitud era el pie, y de superficie el actus, es decir, 120 pies cuadrados. En cuanto al peso, la unidad romana era la libra, tomada directamente de la libra griega, formada por doce onzas (ūnciae), y que venía a tener una masa aproximada de 327,45 gramos.
Posteriormente, se generalizó en Europa la libra de 16 onzas, basada en la llamada libra avoir du poids que venía siendo utilizada en el comercio franco-británico, con un peso de 453,6 gramos. No obstante, siguió habiendo claras diferencias entre distintos países; así, la libra castellana de 16 onzas tenía un peso equivalente a 460,0093 gramos, pero siempre hubo discrepancias dentro de España, ya que, por ejemplo, la libra catalana pesaba unos 400 gramos, la coruñesa 575 gramos o la vizcaína 488; todo ello llevó a que se propusieran diferentes sistemas de unificación de pesas y medidas que terminarían cuajando en el Sistema Métrico Decimal, impuesto legalmente en España en 1849, pero no generalizado hasta la década de 1880.
En la provincia de Cáceres se utilizó una libra ligeramente inferior a la castellana, de 456 gramos. En el siglo XVI, el Concejo de nuestra ciudad fijaba el precio en que la alhóndiga municipal vendía el trigo a las panaderas de la villa, estableciendo además cuántos panes debían hacerse con cada fanega de trigo (equivalente a 53,75 litros en Cáceres) y a qué precio habían de vender la pieza de pan, que era de dos libras; curiosamente, en 1571 se estipulaba que de cada fanega de trigo debían salir 30 panes, mientras que en 1599 debían hacerse 50, lo que permite suponer la merma de su calidad por la disminución de harina en la masa.
Pese a que ha transcurrido más de un siglo desde el cambio de sistema, las medidas y pesos tradicionales siguen vivos en el lenguaje popular e incluso vigentes en algunos lugares en que la tierra se sigue midiendo en fanegas y el peso de las sandías y melones en arrobas (cada arroba tiene 25 libras, es decir, 11,502 Kg.). Así, en Cáceres vamos a la panadería a comprar “una libra”, o la tableta de chocolate (libra) sigue teniendo doce onzas, como en la época romana.
Pesas de hierro como las que exponemos eran las preferidas en el comercio: las Ordenanzas de Valencia de Alcántara (1498) ya establecían que las pesas de los carniceros sean de hierro y derechas, y no de piedra, y sean adheridas y vistas por los fieles; éstos eran funcionarios municipales que comprobaban la precisión de las medidas y solían marcar las pesas con un contraste que las certificaba. En este caso, se exponen tres pesas con la masa aproximada de una libra (447,60; 449,50 y 454,10 gramos) junto a una de media libra (227,05 gramos), otra de dos libras (928 gramos) y otra de dos libras y cuarto (1.030 gramos); su forma trapezoidal con un orificio superior permitía que se colgaran del gancho de una romana (la de dos libras incluso conserva una anilla para ello), y el largo apéndice que tienen podía ser limado en su extremo para darle el peso exacto. Todas ellas forman parte de un depósito de la Diputación Provincial de Cáceres que ingresó en el Museo en Febrero de 1984.