viernes, 1 de marzo de 2013

La Pieza del mes. Marzo de 2013


 
De la pizarra a la tableta
Pizarras escolares y tabletas
Monroy y Cáceres
 
Nuestra generación, la de quienes nacimos en la década de 1940, nos hemos educado con la pizarra y el pizarrín.
 
Quién no se acuerda de aquella pizarra enmarcada con una madera y con un pequeño agujero, del que se colgaba un cordel para poderla transportar fácilmente; también de este agujero se ataba otro cordel que terminaba en un trapo, que a veces era más grande que la propia pizarra. El propósito del trapo simplemente era limpiar la pizarra, borrando las cuentas o el texto de algún ejercicio que se había hecho. La mejor forma de utilizarlo era escupir varias veces  en la pizarra y secarla con el trapo, así quedaba limpia como una patena; otra solución, cuando apremiaba la limpieza porque empezaba el siguiente ejercicio, era darle la vuelta y escribir en la otra cara de la pizarra.
 
El pizarrín era una barrita algo más corta que un lápiz, de unos 8 cm.; por su fragilidad era fácil que se rompiera en dos o tres fragmentos si se caía al suelo; al apretarlo contra la pizarra, también era frecuente que se rompiese; claro que se tenía la ventaja de que los trozos ya no se rompían con facilidad. A menudo el pizarrín se perdía y al comenzar un nuevo ejercicio era necesario recurrir al compañero más próximo para pedirle un trozo, para lo que tenía que partir el suyo.
Así mismo, las madres solían hacer una talega o bolsa de algodón que se usaba para llevar y traer a la escuela la pizarra con su pizarrín; éste era el medio más usado para ello y servía también para guardarla cuando no se utilizaba; por supuesto, servía también para guardar todos los tesoros de los niños: la peonza, los bolindres, las chapas, etc…. Recuerdo que no era fácil encontrar los trozos del pizarrín, había que buscar y rebuscar en el fondo de la talega y al final algún trozo aparecía.
 
Sólo han pasado 65 años de aquella pizarra, y hoy hemos pasado a la tableta electrónica; la diferencia es abismal, de poder escribir cuatro letras a encontrar toda una biblioteca, poder escribir un libro, hacer fotografías, ver la T.V. o comunicarnos con todo el mundo simplemente a voluntad. Se puede decir que el parecido entre ambos soportes radica sólo en la forma y el tamaño.
 
Nuestro agradecimiento por haber prestado las pizarras expuestas a la Asociación Histórico Cultural  “El Bezudo”  de Monroy (Cáceres), y a Foto González, de Cáceres, por el préstamo de las tabletas.
Emilio González Núñez

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