«Candelaria» (1933)
Enrique Pérez Comendador (1900-1981)
Escultura en piedra caliza policromada
Enrique Pérez Comendador (1900-1981)
Escultura en piedra caliza policromada
Esta talla del escultor Enrique Pérez Comendador (Hervás, 1900 – Madrid, 1981) pertenece a la colección del Museo Pérez Comendador-Leroux de Hervás, y se expone en el marco del proyecto «Candelaria Itinerante», en el que participan el Museo Etnográfico Textil de Plasencia, El Museo de Cáceres y el Museo del Escultor Mateo Hernández de Béjar (Salamanca), además del propio Museo Pérez Comendador-Leroux de Hervás.
La obra en cuestión debe contextualizarse en un momento del Arte español marcado entre el año 1925, cuando Comendador ejecuta su primer monumento público, el busto de Gabriel y Galán en Cáceres, coincidiendo con la Exposición del Traje Regional Español y la Exposición de Artistas Ibéricos, y 1938, ya durante la guerra civil, en que Comendador realiza, poco antes de acabar su pensionado en Roma, su obra «Serenero» un desnudo femenino en madera.
Se sabe que tanto Pérez Comendador como su esposa, la pintora Magdalena Leroux, ya habían estado en Candelario (Salamanca) hacia 1930; por esos años, el escultor de Hervás cultiva profusamente la talla policromada en piedra, mármol, barro o madera, y paralelamente los trabajos del fotógrafo José Ortiz Echagüe dan a conocer esenciales aspectos artísticos de la indumentaria tradicional de Candelario. Todo ello coincide con el proceso de formación del Museo del Traje, surgido tras la exposición de 1925, que cristalizará en la fundación del Museo del Pueblo Español (1934).
Probablemente imbuido de ese ambiente de reivindicación artística del traje tradicional, Comendador crea una obra cuya policromía recupera el arte de los imagineros sevillanos del siglo XVI partiendo de la representación de un personaje de carne y hueso, Dña. Petra Muñoz, que aparece ataviada con las prendas típicas del traje de «Candelaria»: el jubón, el serenero o mantoncillo que cubre el talle, el moño «de picaporte» y el aderezo de filigrana. Esta representación humana y realista adquiere una dimensión casi sacra, al incorporar el dorado de la policromía y representar a la mujer al estilo de una Dama oferente, con una colodra, o vaso de cuerno, en la mano que inmediatamente trae a la memoria la referencia de la Dama de Elche, la cual Comendador había visto en el Louvre precisamente por esos años.
Por otro lado, el gesto de los brazos cruzados sobre el pecho es una inevitable referencia al arte oriental de raigambre egipcia, algo apreciable también en otra pequeña figura de Comendador que representa a una «Candelaria» de cuerpo entero adelantando su pie izquierdo al estilo de la estatuaria egipcia que también conoció el artista en sus visitas al Louvre en los primeros años de la década de 1930.
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