miércoles, 1 de abril de 2015

La Pieza del mes. Abril de 2015


«La Cena de Emaús»
Domingo Martínez Aparisi (Valencia, 1822 – Madrid, 1892)
Cobre; aguafuerte y buril, talla dulce
 
 
 
Aunque no coinciden en el lugar ni en el número, los evangelistas hablan de las numerosas apariciones que hizo Jesús en Judea y Galilea, durante los cuarenta días que pasó en la tierra entre la Resurrección y la Ascensión. Una de estas apariciones fue a los peregrinos de Emaús, y sólo se encuentra detallada en el Evangelio de San Lucas.
 
Jesús se unió a dos peregrinos que se dirigían a Emaús, cerca de Jerusalén, y como estaba anocheciendo, éstos le pidieron a su compañero desconocido que compartiese la cena con ellos. Él cogió el pan, lo partió sin emplear el cuchillo, y se lo dio; por este signo, los caminantes reconocieron a Jesús, al actuar del mismo modo que en la Última Cena, donde tomó pan, lo bendijo, lo partió, y dándoselo a sus discípulos dijo: “Tomad y comed, éste es mi cuerpo”, dando lugar a la institución del Sacramento de la Eucaristía.
Esta comida eucarística, donde Cristo resucitado se revela por la fractio panis, parece una repetición reducida de la Santa Cena, con sólo tres comensales en lugar de trece. El sentido de esta historia es probar, mostrando a Cristo sentado a la mesa, que éste no era un espectro, un fantasma, sino un resucitado de carne y hueso.
 
El pintor Domingo Martínez, dibuja y graba “La cena de Emaús” a partir de la pintura de Tiziano de 1530; la escena se sitúa en un interior, alrededor de una elegante mesa cubierta con un mantel blanco cuyos pliegues están correctamente resaltados. Cristo se sitúa en el centro de la composición, desequilibrada al presentar tres figuras a la izquierda y solo una a la derecha -a los tres comensales se unen dos sirvientes-. Bajo la mesa, un perro y un gato se enfrentan, dotando a la escena de mayor naturalismo y cotidianeidad.
Domingo Martínez Aparisi, nacido en Valencia en 1822, fue pintor y grabador en dulce. Estudió en la Real Academia de San Fernando, donde llegó a ser profesor de la clase de Grabado en acero. Con esta estampa consiguió medalla de segunda clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1856; la letra fue grabada por José Nicolau en 1882. La estampa fue grabada en la Real Calcografía, fundada en 1789 con la intención de impulsar el arte del grabado y difundir las obras de los grandes maestros. Ingresó en el Museo de Cáceres en julio de 1919, formando parte de un conjunto de 490 monedas y 219 estampas grabadas procedente del Instituto General y Técnico de Cáceres.

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